Ecopetrol, la empresa que durante décadas ha sido el motor económico de Colombia y símbolo de soberanía energética, está siendo desmontada a pasos acelerados bajo el gobierno de Gustavo Petro. Los resultados del primer trimestre de 2025 son una prueba más del daño profundo que la izquierda le está haciendo al país: una caída del 22,1% en sus utilidades netas, pasando de $4 billones a apenas $3,1 billones de pesos. Y esto, apenas comenzando el año.
La narrativa del gobierno intenta culpar a “factores externos” como la baja del crudo Brent o la tensión en mercados internacionales. Pero la realidad es que los verdaderos enemigos de Ecopetrol están en el Palacio de Nariño. Desde que Petro asumió la presidencia, no ha parado de atacar al sector energético nacional, promoviendo una transición energética irresponsable, ideologizada y sin ningún sustento técnico.
¿Qué está pasando con Ecopetrol?
- El EBITDA cayó un 6,9%, ubicándose en $13,3 billones.
- La producción apenas creció un mísero 0,6%, lo que demuestra la falta de inversión en exploración y extracción.
- Se están paralizando proyectos clave por decisiones ideológicas.
- Inversionistas extranjeros se están alejando por la incertidumbre jurídica y regulatoria.
Lo que estamos viendo no es una transformación energética, es una demolición planificada del sector petrolero colombiano. Petro y sus alfiles han convertido a Ecopetrol en una piñata política, usando la empresa para promover su agenda antiindustrial mientras castigan a los sectores productivos y a los trabajadores del petróleo.
La junta directiva ha sido intervenida con fichas leales al proyecto ideológico de Petro, eliminando cualquier independencia técnica o visión de largo plazo. La falta de contratos de exploración, la presión sobre los ingresos de la empresa y el sabotaje a su estabilidad financiera son una traición al futuro energético y fiscal de Colombia.
Un crimen económico en cámara lenta
Destruir Ecopetrol es golpear directamente a millones de colombianos que se benefician de sus aportes al presupuesto nacional. Mientras el país pierde rentabilidad, empleo y competitividad, Petro juega a la revolución verde sin energía. Sin petróleo, sin gas, sin generación confiable, lo único que asegura es más pobreza.
Este desastre no es casualidad. Es consecuencia directa de una agenda anticapitalista y estatista que desprecia al sector privado, a la inversión y al desarrollo. Petro no está salvando al planeta: está hundiendo a Colombia.
En Desarrollemos Latino no vamos a quedarnos callados mientras destruyen lo que generaciones de colombianos construyeron. Seguiremos denunciando esta destrucción planificada, y defendiendo la libertad, el desarrollo y la soberanía energética.
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