Despiden a venezolanos tras fallo judicial y se olvidan de su discurso “inclusivo”
Una de las compañías que más ha promovido la “diversidad” y la “inclusión” en los últimos años acaba de demostrar, una vez más, que el progresismo corporativo no es más que marketing hipócrita.
Disney, la misma empresa que cancela películas clásicas por “ofensivas” y convierte personajes históricos en íconos de agenda, ahora ha despedido a 45 empleados venezolanos en Florida, tras un fallo de la Corte Suprema de EE.UU. que habilita a revertir el Estatus de Protección Temporal (TPS) para ciudadanos de Venezuela.
Los trabajadores, que hasta ahora se beneficiaban de esa protección migratoria temporal, fueron informados que tendrían solo 30 días para presentar un nuevo permiso de trabajo o serían despedidos.
🎭 ¿Inclusión? Solo cuando conviene
Durante años, Disney ha sido una de las corporaciones más agresivas en la promoción de ideología de género, revisión histórica y censura del “discurso incorrecto”. Sin embargo, cuando las políticas reales afectan a personas reales, especialmente inmigrantes venezolanos que escaparon del socialismo, la “magia de Disney” desaparece.
El doble discurso es evidente:
Mientras en redes y conferencias hablan de justicia social, en la práctica abandonan a trabajadores latinoamericanos que, paradójicamente, huyeron de la misma ideología que Disney promueve en sus contenidos.
⚖️ La Corte Suprema hizo lo correcto
Este hecho surge tras un fallo de la Corte Suprema de EE.UU. que permite terminar ciertos programas de TPS heredados, lo que refuerza la soberanía legal y el orden migratorio del país. Y como siempre, mientras la derecha promueve reglas claras, la izquierda grita “xenofobia” pero no mueve un dedo por los afectados reales.
Disney tenía la opción moral y financiera de apoyar a sus empleados venezolanos, buscar alternativas, defenderlos… pero eligió lo que siempre eligen los hipócritas: el camino más barato y políticamente correcto cuando les conviene.
🧾 Conclusión
Los hechos hablan por sí solos: el progresismo corporativo no protege a nadie. Es una máscara que solo sirve mientras vende. En cambio, las políticas de orden, legalidad y soberanía —sí, impulsadas desde la derecha— son las que pueden evitar que millones de latinos terminen como esos trabajadores, traicionados por las mismas élites que decían protegerlos.
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