El llamado “Socialismo del siglo XXI”, promovido con entusiasmo por Hugo Chávez desde su llegada al poder en 1999, ha demostrado ser uno de los experimentos políticos más destructivos en la historia moderna de América Latina. Lo que comenzó como una promesa de justicia social, redistribución de la riqueza y empoderamiento del pueblo, terminó convirtiéndose en una pesadilla marcada por represión, exilio masivo, hiperinflación, hambre, corrupción y colapso institucional.
La receta del desastre: control absoluto, populismo y destrucción del libre mercado
Chávez, con el respaldo inicial de una ciudadanía esperanzada y empobrecida, aplicó una receta populista con ingredientes conocidos: nacionalización de industrias clave, eliminación progresiva de la independencia de los poderes del Estado, ataques sistemáticos a la prensa, y una narrativa polarizante que dividió al país entre “el pueblo” y “el enemigo interno”. Le siguió su heredero político, Nicolás Maduro, quien profundizó el modelo con una mezcla de autoritarismo burdo y total incompetencia administrativa.
El resultado es catastrófico. Venezuela pasó de ser una de las economías más prósperas de América Latina a una nación en ruinas, con más del 80% de su población en la pobreza, una inflación de seis cifras y un sistema de salud colapsado. Según datos de la ONU, más de 7 millones de venezolanos han huido del país en la última década, convirtiéndose en la mayor crisis migratoria del hemisferio.
¿Qué países aprendieron y cuáles no?
Mientras tanto, países como Chile, Uruguay y Colombia —al menos en sus periodos dirigidos por gobiernos de derecha o centroderecha— optaron por fortalecer la inversión privada, firmar tratados de libre comercio, abrir sus economías al mundo y proteger la propiedad privada. ¿El resultado? Crecimiento económico, atracción de inversión extranjera y mayor bienestar social.
Colombia, en particular, bajo gobiernos como el de Álvaro Uribe y posteriormente Iván Duque, apostó por una política de seguridad democrática, responsabilidad fiscal y fortalecimiento de las instituciones. A pesar de los ataques constantes por parte de la izquierda, estos modelos demostraron que sí es posible gobernar con firmeza, sin caer en el populismo barato que ofrece soluciones mágicas a problemas estructurales.
El coqueteo peligroso de la izquierda con el modelo venezolano
Lamentablemente, la izquierda latinoamericana sigue sin aprender la lección. En lugar de deslindarse del chavismo, muchos líderes progresistas lo han defendido abiertamente o, en el mejor de los casos, guardado un silencio cómplice. Gustavo Petro, presidente de Colombia, ha evitado condenar de forma clara las atrocidades del régimen de Maduro. Andrés Manuel López Obrador en México, ha defendido el derecho de autodeterminación mientras cierra los ojos ante los crímenes del socialismo bolivariano.
Peor aún, en países como Bolivia, Nicaragua y hasta sectores de la política chilena, el modelo chavista sigue siendo una referencia, una “revolución” a la que se le rinden honores en nombre de una “justicia social” que, en la práctica, solo sirve para concentrar el poder en las manos de una élite corrupta.
La advertencia está sobre la mesa
Venezuela debería ser una advertencia clara y rotunda para cualquier país que aún considere que el “Socialismo del siglo XXI” es una opción viable. El romanticismo revolucionario ha causado demasiado sufrimiento en nombre de un modelo que solo ha generado ruina y miseria.
Hoy más que nunca, América Latina necesita gobiernos comprometidos con la libertad, la inversión productiva, la propiedad privada, el Estado de Derecho y el fortalecimiento de la institucionalidad. Gobiernos que entiendan que el progreso no se impone por decreto, ni se alcanza con discursos llenos de odio de clase, sino con trabajo, responsabilidad y libertad económica.
Conclusión
El chavismo no solo hundió a Venezuela, sino que se convirtió en un virus ideológico que amenaza con contaminar otras democracias del continente. Solo una ciudadanía vigilante, una prensa libre y una derecha fuerte, organizada y sin complejos podrá frenar esta amenaza.
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